La actividad física en la adultez

Puesto que la adultez comprende un margen grande de edades, se puede dividir en dos grupos para hacer un análisis más ajustado. Siempre es preciso tener en cuenta que la edad que se marca como referencia no es un punto fijo en que se producen unos determinados cambios, sino que estas modificaciones se producen de manera progresiva a lo largo del tiempo.

Las etapas son las siguientes: desde el final de la adolescencia hasta los treinta y cinco años (etapa en que la resistencia, la fuerza y la velocidad se encuentran en su rendimiento óptimo) y desde los treinta y cinco años hasta la vejez (etapa en que las cualidades físicas tienen tendencia a aminorar de manera significativa).

 

Desde el final de la adolescencia hasta los treinta y cinco años 

 

 

Esta etapa se caracteriza por ser el período de tiempo en que el ser humano tiene las cualidades físicas (excepto la flexibilidad) más desarrolladas. La persona puede hacer actividad física vigorosa muy a menudo sin que su salud se vea perjudicada. Los niveles de fuerza, velocidad y resistencia son muy elevados (siempre y cuando haga actividad física constantemente). Así pues, es la edad ideal para hacer deporte de competición.

Se puede considerar que la situación ideal para mantener una actividad física saludable es hacer actividad física moderada o vigorosa media hora o una hora al día entre tres y cinco días por semana, en el caso de una persona físicamente activa. Si una persona quiere comenzar a hacer ejercicio físico después de haber estado inactivo durante un largo período de tiempo tendrá que comenzar por una actividad física ligera.

En esta etapa el estilo de vida acostumbra a ser activo, a pesar de que normalmente para alcanzar la actividad física saludable es necesario hacer ejercicio físico, generalmente formal, ya que es difícil hacer treinta minutos o una hora de actividad física moderada o vigorosa sólo con las actividades diarias habituales.

La persona está preparada tanto para hacer actividades físicas aeróbicas como anaeróbicas, ya sea generales o analíticas; normalmente el tipo de requerimiento energético dependerá de la actividad física que se haya decidido hacer.

Por ejemplo, una persona que juega a menudo a baloncesto trabaja muy a menudo el sistema anaeróbico, mientras que la persona que sale a patinar utiliza sobre todo el aeróbico (y ambos llevarán a cabo un trabajo general), mientras que la persona que hace musculación hace un trabajo analítico. Una de las ventajas de esta etapa es que hay un gran abanico de posibilidades a la hora de elegir un ejercicio físico, ya que el organismo está bien preparado para soportar muchos tipos de esfuerzo.

La mayor parte de las personas que se encuentra dentro de esta etapa puede tener como objetivo el wellness, el fitness y el rendimiento.

Desde los treinta y cinco años hasta la vejez 

 

En esta etapa todas las cualidades físicas van disminuyendo progresivamente, y el organismo va perdiendo paulatinamente su capacidad para hacer ejercicio físico a intensidad vigorosa de forma segura (aparte de tener menos capacidad física, aumentan las posibilidades de lesión si se hace ejercicio físico vigoroso). Las personas que hayan hecho anteriormente actividad física saludable y que la continúen practicando a lo largo de esta etapa conseguirán mantener las cualidades físicas más en forma, lo cual les ayudará considerablemente para prevenir problemas de salud (artrosis, osteoporosis, obesidad, dolores de espalda, etc.).

En este caso, para mantener una actividad física saludable, se recomienda un mínimo de treinta minutos al día (o bien tres cuartos de hora o una hora entre tres y cinco días por semana) de actividad física a intensidad ligera o moderada, en el caso de una persona que no sufra ningún problema de salud. 

Normalmente en esta etapa, el estilo de vida es muy poco activo; muchas personas han encontrado un trabajo fijo, las actividades de ocio implican cada vez menos la actividad física, etc. También es la etapa en que aparecen buena parte de los problemas de salud relacionados con la inactividad física, como por ejemplo los dolores de espalda. Por ello, muy a menudo es preciso modificar las actividades de la vida diaria o crear otras para practicar actividad física saludable, es decir, que seguramente será imprescindible el ejercicio físico formal. 

En esta etapa se tienen que favorecer las actividades físicas generales, mientras que las analíticas es preciso reservarlas para trabajar algunas necesidades específicas (para recuperar una lesión, para corregir una descompensación muscular causada por una mala postura, etc.). Siempre que se pueda, se tienen que favorecer los trabajos en que predomine claramente el metabolismo aeróbico, ya que el anaeróbico puede provocar que la actividad física se haga a una intensidad excesiva. 

En esta edad se deben intentar llevar a cabo actividades físicas que favorezcan el bienestar (wellness), ejercicio suficiente para alcanzar los parámetros de actividad física saludable. También es cierto que hay personas que no sólo esperan que la actividad física les proporcione bienestar, sino que también buscan una mayor funcionalidad, una buena imagen corporal, etc. En este caso, también es una buena etapa para estar en forma (fitness)

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