Cómo evaluar el éxito de un programa de prevención de TME

Hoy en día parece que no hay discusión a la hora de situar a los TME de origen laboral (Trastornos Músculo-Esqueléticos) como uno de los problemas de salud más importantes en nuestro país.

Las bajas laborales por causas osteomusculares son actualmente la segunda causa de absentismo en el trabajo. En el sector industrial, uno de cada tres trabajadores se ausentan de su lugar de trabajo por motivos de salud relacionados con el sistema músculo-esquelético.

Este tipo de trastornos son los que generan un mayor coste. De media, una empresa puede llegar a asumir 9.806 euros por cada proceso de este tipo.

Factores de riesgo de los TME

A pesar de la Ley de Prevención de Riesgos y los decretos que la desarrollan, es una problemática que afecta masivamente a todas las categorías profesionales y que ocasionan cuantiosas pérdidas, debidas a la falta de prevención.

Ante esta situación es necesario doblar nuestros esfuerzos y aportar soluciones que tengan en cuenta todos los factores de riesgo que inciden en la aparición de los TME.

Teniendo en cuenta los factores de riesgo que favorecen la aparición de TME diferenciamos entre:

  • Externos: Hacen referencia a las condiciones de trabajo (biomecánica del puesto de trabajo, condiciones ambientales y de seguridad, y el ambiente psicosocial)
  • Internos: Los referentes a los condicionantes individuales de los trabajadores.

No hay que olvidar que el cuerpo del trabajador es quien soporta la carga diaria de trabajo y muchas veces olvidamos las medidas preventivas que influyen directamente en los factores de riesgo internos. Los factores de riesgo internos tienen que ver con las condiciones de las personas que ejecutan cualquier trabajo dentro de una empresa. Tanto los condicionantes no modificables (edad, antigüedad en el puesto o historial de lesiones) como los modificables (condición física de la persona, hábitos de vida o sobrepeso).

La implantación de un programa de ejercicio preventivo pretende minimizar  los factores de riesgo interno de los puestos de trabajo incidiendo en los factores de riesgo modificables. Siempre sin olvidarse de la importancia de que los condicionantes externos o condiciones de trabajo se cumplan al 100%.

Trastornos Músculo-Esqueléticos

Mejorar la condición física de los trabajadores

El ejercicio preventivo permite mejorar las capacidades físicas a partir del entrenamiento de la fuerza («Única capacidad física a partir de la cual se desarrollan las demás», J. Tous) y las capacidades físicas facilitadoras: flexibilidad y coordinación. Los ejercicios son adaptados a la biomecánica de cada puesto de trabajo y las condiciones individuales de los trabajadores.

Es en estos programas, donde la prevención de riesgos y la promoción de la salud se unen para mejorar el entorno de trabajo y favorecer el bienestar de los empleados. Y el motivo es más que contundente: la inactividad física es uno de los principales motivos de aparición de TME.

Al mejorar las capacidades físicas mejoramos la salud, la motivación, la relación social, el descanso, la recuperación y disminuimos el estrés y el riesgo de sobreesfuerzo por fatiga provocada por la manipulación de cargas, movimientos repetitivos, mantener posturas forzada y por el estrés, que son factores de riesgo de trastornos músculo-esqueléticos que producen alteraciones en el organismo del trabajador localizadas mayoritariamente en la parte baja y alta de la espalda y nuca/cuello. En definitiva, una mejora en los hábitos saludables.

¿Y cómo sabemos si esto tiene un impacto en la reducción de los TME?

El efecto de los programas de prevención de TME debe evaluarse desde una doble perspectiva: Cómo afecta directamente a la empresa y cómo afecta a los trabajadores. En este artículo hacemos referencia a los primeros, aunque existe una relación directa entre ambos.

El primer indicador de “beneficio” para la empresa radica en la disminución de las bajas laborales producidas por la incapacidad temporal (IT, bajas por enfermedades puntuales o crónicas o accidentes no profesionales) o por accidentes de trabajo.

Para extraer este primer indicador veremos si, el grupo adscrito al programa de prevención de lesiones posee indicadores mucho más positivos que el resto de los trabajadores tanto en el número de bajas, como en la duración media de estas y, por lo tanto, en el número total de días perdidos para la empresa por este concepto –lo que significa ganancia neta para la empresa, económica y en productividad.

Otro indicador clave que debemos evaluar si tenemos la posibilidad de hacerlo es si incrementa la productividad de los trabajadores, tanto por la mejora de la salud, la satisfacción en el trabajo y la disminución de absentismo, como por ausencia por visitas a médicos.

Por último y a través del cálculo del ROI evaluaremos la rentabilidad del programa teniendo en cuenta todos los beneficios calculados anteriormente y los costes directos e indirectos del programa. Debemos tener en cuenta que el cálculo del ROI descuida algunos factores implicados de forma directa en el rendimiento de los trabajadores, como su nivel de compromiso o satisfacción laboral.

Para evaluar estos factores, a priori, intangibles, ha surgido una nueva métrica: el VOI . Mediante sistemas de análisis más personales, como encuestas o conversaciones con los empleados, el VOI permite conocer de una forma global el impacto de un programa de bienestar, por lo que las empresas pueden invertir en propuestas que se ajusten a las necesidades exactas de sus trabajadores.

En Biwel te ayudamos a implantar un programa de prevención de TME aportando una visión transversal y de mejora continua.
Nuestro objetivo al implantar el programa es el de integrar la cultura preventiva y de bienestar en el sistema de gestión de la empresa, mejorando la calidad de vida de los trabajadores de la empresa.

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